Thursday, July 29, 2010

Pionero


My name is Moisés Alburquerque, but my friends in the Cuban military called me el pionero. It comes from the same root as the English word pioneer. It means someone who’s just beginning to explore or experience something new—just beginning to find his way. As my buddies used it, it might be roughly translated as school boy.

I guess it fit me back then. First of all, I was 5’5” and 125 pounds. A little guy. Second, I was a clean-cut kid who’d never done anything wrong, never been in trouble with the police, my teachers, or my parents. Third, I was drafted when I was just sixteen years old. That’s the way they do it in Cuba. They decide how you’re going to serve La Revolución. You go where they want you to go and do what they want you to do. If they want you in the military at the age of sixteen, you’re no longer a high school kid; you’re a soldier. And that’s that.

So to my buddies in the military, I was just a boy. I was just starting out in life, just learning, just beginning to explore. They didn’t mean it as an insult. It was all in fun. They knew how capable I was. The fact that I was just a “school boy” didn’t keep me from driving huge trucks loaded with long-range missiles. It didn’t stop me from using an AK-47. It didn’t stop me from being part of an elite group of five soldiers trained in survival and stealth.

Part of my job was to be ready to deal with an invasion by the US. I was to evade the enemy, move about undetected in the Cuban countryside, protect the secret missile locations, and follow any orders that might come from high above me. That stealth and survival training came in handy years later in the swamps of Florida as I ran for my life and tried, as I had many times before, to find la libertad—freedom.

This blog, and the book Tom Wallace and I are writing, is about the journey (or journeys) of one little pionero who wanted to be Columbus—to discover America again. It’s about the ninety miles from Cuba to Key West, the beloved country and family left behind, conversations with the CIA, homelessness on the streets of Little Havana among the murders and psychopaths Castro had dumped on an unsuspecting Miami, salvation from that hell by some people from Medellin, surviving in Glades Correctional Institution, and a desperate escape. It’s about a life measured in kilos, nautical speed, and dollar amounts. It’s about the American dream, and an American nightmare. And, yes, it’s about all the things people have heard about and read about and seen on TV and in the movies: shoot outs in the streets of Miami, drug rip offs, dirty cops, fast boats, fearless Marielitos, and an almost deadly addiction to adrenaline.


En Español

Me llamo Moisés Alburquerque, pero mis amigos en el Ejército Cubano me llamaban el pionero. Quiere decir una persona que apenas empieza a explorar tierra nueva, o una situación nueva, que esta a punto de encontrar un sendero. Con esa palabra, mis amigos me estaban llamando un muchacho que nunca salio de la escuela.

Supongo que era un sobrenombre apropriado en aquel entonces. En primer lugar, yo media 5’5” y pesaba 125 libras. Era chico. Secundo, yo era un chico bueno. Jamas me he encontrado en problemas con la policia, mis maestros, o mis padres. Tercero, el ejército me reclutó cuando tenia solo 16 años. Así es en Cuba. Las autoridades deciden comó vas a servir La Revolución. Tu debes ir a donde quieren y hacer lo que dicen. Si ellos quieren que entres al servicio militar a la edad de 16, ya no sigues en la escuala secondaria, ya eres soldado. Y asi será.

Entonces, para mis amigos en el ejercito, yo era un chico que estaba a punto de empezar mi vida, de aprender, de explorar. Aunque con el apodo, no expresaban ninguna ofensa. Era un chiste, no mas. Ellos sabian que yo era listo. El echo de que era un pionero no me impedia manajar un camion enorme llevando los misiles de largo alcance. No me impedia de usar un AK-47. No me impedia de ser parte de un grupo élite de cinco soldados entrenados en supervivencia y sigilo.

Una parte de mi trabajo era ser listo para tratar con una invasion do los Estados Unidos. Deberia evitar al enemigo, moverme atravez de la campiña, protejer los lugares secretos en que guardaban los misiles, y seguir las órdenes que venian del Estado Mayor. Ese entrenamiento en supervivencia y sigilo me servio años más tarde en los pantanos de la Florida cuando corrí por mi vida y traté, como habia hecho otras veces antes, de encontrar la libertad.

Pues, este blog, y el libro que Tom Wallace y yo estamos en proceso de escribir, tiene que ver con el viaje (o viajes) de un pionero quien queria ser Colon, y descrubrir America orta vez. Tiene que ver con los noventa millas entre Cuba y Cayo Hueso, el país amado que dejaba detras de mi, platicas con la CIA, vivir sin hogar en las calles de la Pequeña Habana entre los asesinos y psicópatas que Castro habia depositado en un Miami desprevenido, haberme salvado de ese infierno de la gente de Medellin, el haber sobrevivido en Glades Correctional Institution, y un escape desesperado. Tiene que ver con una vida corrupta y mesclada en kilos, velocidad náutica, y en dolares. Tiene que ver con el sueño Americano, y una pesadilla Americana. Y, si, tiene que ver con todo eso que la gente ha oído, leido, y ha visto en la televisión o en las películas: tiroteos en las calles de Miami, robos de drogas, policias sucios, lanchas velozes, Marielitos sin miedo, y una adicción casi letal a adrenalina.